miércoles, 21 de septiembre de 2011

LOS JOCUNDOS JUEGAN AL FUTBOL

Este era el título de uno de los talleres que había preparado para la semana de Jornadas que celebramos este año en Bruis.
Hoy no os voy a explicar que son los Jocundos, pero sí quiero compartir con vosotros una de las experiencias que hace que en mi vida como educadora cada día sea un día de aprendizaje y desarrollo personal.
No sólo vamos a nuestras Jornadas a enseñar, sino también a aprender. La relación personal con el próximo nos ha de hacer sensibles al desarrollo personal de nuestras capacidades y a la integración de aquellos valores que van a definir nuestra identidad.
…Era la mañana del viernes, y en el aire se respiraba el aroma desgarrador de una anunciada despedida. Tod@s aquellos que nos sentíamos Jocundos nos agrupamos para compartir una vez más aquel sentimiento que nos unía: “Somos los Indios Jocundos, los enanos más grandes del mundo”.
Nos pusimos a jugar y en un momento del juego uno de mis queridos Jocundos estalló en gritos de enfado.
-             No vale, dijo Mario muy enfadado. Estáis ayudando a unos niños más que a otros y yo no gano. ES INJUSTO, ESO NO VALE.
Mario estaba muy alterado, fuera de sí, y gritaba indignado contra los adultos que dirigíamos el juego. En particular contra mí.
Tomé a Mario de la mano y nos alejamos del espacio donde se estaba realizando el taller. Mario no dejaba de gritar indignado:
-             ES INJUSTO ayudáis a unos niños más que a otros. Repetía una y otra vez.
Mario tenía razón en su acusación: Ayudamos a aquellos que poseen menos capacidades y les ofrecemos más recursos, más atención y más presencia para conseguir que lleguen a los mismos objetivos que el resto del grupo.
-             Es cierto Mario. Le dije sin negar la evidencia. Es injusto, la vida es injusta para ti, para mí y para todos. Es injusto nacer sin la capacidad para desarrollar la visión, es injusto nacer sin la capacidad para moverte con libertad, es injusto nacer con la incapacidad para oír, es injusto nacer con una capacidad intelectual inferior a la mayoría… LA VIDA ES INJUSTA.
Mario se sentía aceptado en su sentimiento pero aún así sentía la indignación de no poder ganar con facilidad en el juego debido a la ayuda que los adultos prestábamos a algunos niños, lo cual le igualaba al resto en el juego de competencia social obligándole a desarrollar nuevas habilidades.
Para que se entienda mejor la experiencia es bueno saber que Mario es un niño sano sin ningún problema de desarrollo y además con una capacidad intelectual excepcional.
-             ¿Dime Mario? Le increpé conscientemente: Tú que crees que es injusto no poder ganar, y que otros lo consigan con apoyo, ¿dime por cual de ellos te quieres cambiar?
Mario recibió mis palabras con la fuerza de una gran sacudida que no necesitó ser una bofetada física para hacerle consciencia de su situación de privilegio frente al resto.
-             Yo no me quiero cambiar por nadie, dijo convencidísimo y sin dudar.
-             Pues piensa y reflexiona que para eso posees la capacidad que te han regalado. Le dije.
Mario estaba desconcertado, seguía disgustado pero le estaba dando otra visión distinta de la realidad, la cual le alejaba de su posición de niño consentido y le obligaba a colocarse en la posición de adulto.

-             Tienes toda la razón Mario, es injusto que en el grupo hayan niños que no puedan poseer las capacidades que tú posees y de las que te debes sentir orgulloso y satisfecho porque son muy bonitas. Eres listo e inteligente y tu actitud en estos momentos refleja que teniendo una capacidad superior estas haciendo un uso muy pobre de ella. Y todo porque sólo sabes mirar tu ombligo. Lo que yo espero de ti es que seas consciente de todas y cada una de las capacidades que posees, que descubras la importancia de poseerlas y que aprendas a desarrollarlas. No me enorgullece ver como desprecias tus capacidades intelectuales y de competencia cuando no haces uso de ellas y pides al adulto que sea él quien haga lo que por capacidad puedes realizar tú, no me satisface ver como adoptas la posición de un niño pequeño y egoísta cuando descubro en ti la capacidad generosa y bondadosa que habita en tu interior.    
Mi querido Mario se quedaba sin recursos para defender sus sentimientos y era descubierto ante si mismo en una dimensión ya conocida por él pero a la que no se quiere adscribir por el momento, “el razonamiento lógico, la voluntad, el esfuerzo, el amor”.
Esta vivencia no sólo dejó la huella de un nuevo encuentro en Mario sino también en mí y desde entonces esas palabras han ido resonando en mi interior cada vez que ante una situación injusta yo me he considerado perjudicada. 
¿Qué valor tienen las palabras si no son las mensajeras de una identidad sólida y firme que se practica con el ejemplo? La respuesta a la gran pregunta que cada día hemos de hacernos los educadores ¿Quién soy? Es el espejo donde nuestros niños se reflejan.


Adelina Barbero
Psicóloga Infantil

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